sábado, 28 de mayo de 2011

Impacto del Calentamiento Global sobre la Tierra


El muy esperado informe sobre el calentamiento global presenta un panorama dantesco: el fenómeno es irreversible. La tierra se calentará de 4 a 6 grados este siglo y el Polo Norte puede derretirse causando un alza de casi un metro del nivel del mar en el mundo.
El calentamiento climático de la Tierra es irreversible debido a las emisiones de gases de efecto invernadero en la era industrial, y en función de la acción humana la subida se situará este siglo entre 1,8 y 4 grados, aunque no se puede descartar otra horquilla más amplia de 1,1 a 6,4 grados. Por consiguiente, no se descarta que se acabe derritiendo completamente el hielo en el Polo Norte y nivel del agua del mar podría subir hasta los 59 centímetros, lo que afectaría a muchas poblaciones de todas las costas.


Estas son algunas de las principales conclusiones del Grupo Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), que hoy presentó su cuarto informe sobre las bases científicas de ese calentamiento que considera “inequívoco”.
“Ahora tenemos una mayor certidumbre de lo que está ocurriendo” que en el precedente estudio en 2001 y hay una probabilidad del 90 por ciento de que el aumento de la temperatura de la Tierra se deba a la concentración de gases de efecto invernadero por el uso por el hombre de combustibles fósiles, señaló la co-presidenta del grupo encargado del trabajo, Susan Solomon. Aunque se mantuvieran las emisiones al nivel actual, “con muy alta certidumbre” el calentamiento en el siglo XXI será superior al constatado en el siglo XX, alertó Solomon al presentar el documento.
De entrada, el efecto acumulado de la contaminación acarreará un alza de la temperatura de unos 0,2 grados por década en los dos próximos decenios y luego la subida será de 0,1 grado suplementario cada diez años.

Todos los escenarios traerán consecuencias

En el mejor de los casos, y a condición de que hubiera un cambio rápido en las estructuras económicas para hacerlas sostenibles, el incremento sería de 1,1 grados en el horizonte de 2100 respecto a las temperaturas constatadas en el periodo 1980-2000, por debajo del umbral de dos grados a partir del cual los científicos consideran que las consecuencias serían incontrolables.
Pero si la población y la economía continúan creciendo rápidamente y se mantiene el uso intensivo de las energías fósiles, la subida podría llegar a 6,4 grados.


Sin hielo en el Polo Norte y aumento del nivel de los mares

Sea cual sea el escenario que finalmente se materialice, habrá consecuencias directas, como una disminución de las nevadas y del volumen de los casquetes polares, hasta el punto de que el hielo del Polo Norte podría derretirse completamente en verano hacia 2100. Eso supondría, entre otras cosas, una elevación del nivel del mar que el IPCC estima entre 18 y 59 centímetros en función de las diferentes hipótesis.
Los fenómenos climáticos extremos, como las olas de calor o las trombas de agua, seguirán siendo más frecuentes y en los ciclones tropicales la velocidad del viento y las precipitaciones serán más intensas.

El hemisferio norte se llevará la peor parte



El calentamiento de la Tierra no será homogéneo, sino que será más acusado en los continentes que en el océano y en el hemisferio norte que en el sur, aunque en algunas partes del Atlántico norte esa subida de las temperaturas no será tan marcada, en lo que puede pesar una ralentización de la corriente oceánica conocida como “Gulf Stream”.
Respecto a las precipitaciones, seguirán las tendencias recientes observadas, con un aumento en las latitudes más extremas y una disminución en las áreas subtropicales, lo que significa por ejemplo que la cuenca mediterránea será todavía más árida.
Todas estas proyecciones se basan en las observaciones realizadas, entre ellas que once de los doce años más calurosos desde que existen registros climáticos fiables a mediados del siglo XIX se han producido desde 1995 o que en el siglo XX la elevación del nivel del mar fue de unos 17 centímetros.

Las emisiones de CO2

Detrás de todos estos fenómenos, según los científicos, están en particular las emisiones de dióxido de carbono (CO2), cuya concentración en la atmósfera ha pasado de unas 280 partículas por millón antes de la era industrial (en 1750) a 379 en 2005, y para las que el ritmo de incremento se ha acelerado desde 1995.
El presidente del IPCC, Rajendra Pachauri, tras admitir que la certidumbre científica nunca puede ser total, insistió en que “ahora estamos mucho más seguros de la influencia humana en el cambio climático”, y sin querer pronunciarse sobre lo que hay que hacer, sí señaló que en el mundo de los negocios o en la medicina se tienen que tomar decisiones sin disponer de una certidumbre total.


sábado, 21 de mayo de 2011

Historia del Calentamiento Global


No se sabe quién fue la primera persona en señalar el término “Calentamiento Global”, pero desde finales del siglo XIX, el geólogo Arrenos comenzó a hablar de que el aumentar del dióxido de carbono por las combustiones cerraría la ventana de radiación, lo cual traería como consecuencia el aumento de la temperatura. El dióxido de carbono tiende a impedir el enfriamiento de la tierra, absorbiendo las radiaciones que usualmente ésta emite y que escapan al espacio exterior. Como el calor que escapa es menor, la temperatura global del planeta, aumenta.
Arrenos fue la primera persona que alertó sobre el tema. En otros términos, el calentamiento global es una palabra utilizada para sintetizar una serie de procesos de los cuales se espera que, el sistema climático (la atmósfera y los océanos y algunos otros de sus elementos) se caliente por el aumento de los gases invernaderos.
Hace 55 millones de años la Tierra estaba en el Eoceno, durante este período, el planeta sufrió un particular calentamiento, experimentó un importante aumento en sus temperaturas debido a un cambio en los gases invernadero de la atmósfera.
Este aumento fue de unos 5 ºC, lo cual representó uno de los más notables cambios en la temperatura en toda la historia geológica de la Tierra. Como consecuencia favorable, el aumento ayudó a que los mamíferos se dispersaran por toda la superficie terrestre, dando lugar a la evolución de los primates antecesores de los seres humanos.
La causa de este calentamiento, fue la existencia de hidratos enterrados en los sedimentos oceánicos; el mar se calentó lo suficiente y estos hidratos (compuestos por agua y metano) se descongelaron, causando una reacción que dio lugar a la aparición del dióxido de carbono, uno de los principales gases invernadero. El CO2 cubrió toda la atmósfera provocando el efecto invernadero, causando el primer calentamiento global terrestre, que duró 100.000 años. Y desde ese entonces, las temperaturas han ido aumentando progresivamente a razón de un cuarto de grado por cada 1.000 años hasta hoy en día.
Sin embargo, el primero en manifestar un interés por el actual problema fue Svante August Arrhenius, quien en 1903 publicó el: “Tratado de física del Cosmos”, artículo en el cual hablaba sobre la posibilidad de que la quema de combustibles fósiles incrementara la temperatura media de la Tierra. Entre otras cosas, calculaba que se necesitarían 3000 años de combustión de combustibles para que se alterara el clima del planeta, bajo la suposición de que los océanos captarían todo el CO 2 (actualmente se sabe que los océanos han absorbido un 48% del CO 2 antropogénico desde 1800). Arrhenius estimó el incremento de la temperatura del planeta cuando se doblara la concentración de dióxido de carbono de la atmósfera. Fijaba un aumento de 5 ºC y otorgaba una valoración positiva a este incremento de temperatura porque imaginaba que aumentaría la superficie cultivable y que los países del norte serían más productivos.
En las décadas siguientes las teorías de Arrhenius fueron poco valoradas, porque se creía que el CO2 no influía en la temperatura del planeta y el efecto invernadero se atribuía exclusivamente al vapor de agua. El 19 de mayo de 1937, 35 años después de que Arrhenius publicara su teoría, Callendar (tecnólogo especialista en vapor) publicó: “La producción artificial de dióxido de carbono y su influencia en la temperatura”, artículo que corregía algunas estimaciones realizadas por Arrhenius, como por ejemplo: la capacidad de los océanos para absorber CO2. Callendar estimaba que el incremento de temperatura por año era de 0,003ºC (actualmente se estima que en la segunda mitad del siglo XX se ha producido un incremento de 0.005ºC por año).
En los años 1940 se desarrolló la espectrofotometría de infrarrojos, que ha permitido conocer que el CO2 absorbe la luz de manera distinta al vapor de agua, incrementando notablemente el efecto invernadero. Todo esto fue resumido por Gilbert Plass en el año 1955.
Pese a los estudios teóricos, no existían aún evidencias científicas del cambio climático. La primera evidencia científica apareció en 1958 cuando Charles Keeling empezó a representar el comportamiento del CO2 atmosférico. Usaba datos de una estación en Mauna Loa y otra en la Antártida. Un poco antes, la Organización Meteorológica Mundial ya había iniciado diversos planos de seguimiento, que tenían como objetivo, entre otras cosas, de calcular los niveles de CO2 en la troposfera.
En 1974, aceptadas ya las hipótesis científicas, la OMM decidió crear un equipo de expertos sobre el cambio climático. Así en 1985 tuvo lugar la conferencia de Villach (Austria), donde las Naciones Unidas y el Consejo Internacional para el Medio Ambiente concluyeron que para finales del siglo XXI se podría producir un aumento en las temperaturas de entre 1,5 y 4,5ºC y un ascenso del nivel del mar entre 20 y 140cm.
El revuelo social que produjeron todos estos estudios facilitó que en 1988 se fundara el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que en 1990, concluyo después de su primera reunión que de seguir con el ritmo actual de emisiones de gases de efecto invernadero, se debería esperar un aumento de 0,3 ºC por decenio durante el próximo siglo (mayor que el producido durante los últimos 10.000 años).
En 1992 se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, también conocida como la Cumbre de la Tierra, donde más de 150 países acudieron y se logró aprobar la Convención Marco sobre el Cambio Climático para tratar de estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero a un nivel aceptable.
En 1997 se comenzó a redactar el protocolo de KyotoHexafluoruro de Azufre, Hidrofluorocarbonos y Perfluorocarbonos. Se justificó no incluir el vapor de agua entre los gases de efecto invernadero considerados. Su redacción finalizó en 1998 aunque no entró en vigor hasta noviembre de 2004 cuando fue ratificado por Rusia.
Tras el tercer informe del IPCC, se consideró la necesidad de un nuevo protocolo más severo y con la ratificación de más países a parte del G77. Por esta razón, en 2005 se reunieron en Montreal todos los países que hasta el momento habían ratificado el protocolo de Kyoto y otros países responsables de la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo Estados Unidos, China e India. La negociación en Montreal proveía la redacción de unas bases para la futura negociación de un nuevo protocolo que entraría en vigor en 2012, fecha de caducidad del actual protocolo. Durante la reunión, varios países pusieron objeciones y retrasaron el preacuerdo (es el caso de Estados Unidos o Rusia) pero después de retrasar algunos días el final de la negociación se llegó a un preacuerdo.
En Bali entre el 3 y el 13 de diciembre de 2007 se reanudaron las negociaciones y aunque no se fijaron límites para los gases de efecto invernadero, se alcanzó un acuerdo que, entre otras cosas, incentivaba la distribución de energías renovables entre los países en vías de desarrollo para que estos no basaran su crecimiento económico en la quema de combustibles fósiles.




sábado, 14 de mayo de 2011

Consecuencias del Calentamiento Global en Argentina


              Argentina, es uno de los tantos países que van a sufrir las mayores consecuencias del calentamiento global.

              Aumento de lluvias y de sequías, incremento de las temperaturas máximas y promedio, pérdida de tierras costeras e intrusión del agua salada en sus recursos hídricos son algunos de los fenómenos que los modelos climáticos permiten pronosticar para las próximas décadas.

              Según estudios del doctor Juan Carlos Labraga, investigador del Centro Nacional Patagónico y especialista internacionalmente reconocido en el tema, aunque la previsión en este caso es compleja, existe consenso sobre ciertos parámetros. Los escenarios indican que el mayor calentamiento se produciría en el Noroeste. En verano, la máxima diaria podría incrementarse en 1,2 a 4,2 grados. Con respecto a las precipitaciones, en verano y otoño, el sur y la región occidental (al oeste del meridiano de 67 grados O.) experimentarán una disminución de las precipitaciones. Pero la oriental experimentará el fenómeno contrario, particularmente en el norte de la Mesopotamia. En invierno y primavera, la zona norte experimentará aumento de lluvia, pero en Cuyo y el norte de la Patagonia, disminución. Traducidos a hechos concretos, estos parámetros tienen inquietantes implicancias. "En lo que respecta a la Argentina, no cabe duda de que su territorio, árido y semiárido en más del 50% de su extensión, sufrirá las consecuencias del incremento de temperatura y la fusión de glaciares y del hielo continental", afirma el doctor Osvaldo Canziani, codirector del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).  

              Según el científico, los cambios en la distribución e intensidad de las lluvias, así como el incremento de la sequedad debido al aumento de la evapotranspiración real, impondrán restricciones a la agricultura, particularmente por los problemas derivados de los cambios en las precipitaciones y por la disminución del hielo de los glaciares.

             Sin embargo, los efectos de la alteración del metabolismo terrestre no son directos y unidireccionales. "Si bien las redes de observación de las cantidades de precipitación total, líquida y sólida muestran serias deficiencias -explica el especialista-, los trabajos de investigadores locales han permitido comprobar incrementos del orden del 35 % en las precipitaciones al oeste de la pampa húmeda y, como consecuencia, un notable mejoramiento de las tierras de cultivo y pastoreo. Esto sugeriría un impacto beneficioso del calentamiento terrestre, siempre y cuando pudiéramos hacer una evaluación integrada de los efectos positivos en el riego natural y los problemas de inundación."

El clima, otro recurso natural

             El Estudio de vulnerabilidad y mitigación relacionada con el impacto del cambio global sobre la producción agrícola, elaborado por el INTA, con la cooperación del Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera, del Conicet, muestra que en la región pampeana una elevación de la concentración de dióxido de carbono con el correspondiente aumento en la temperatura en superficie modificaría los rendimientos potenciales de cultivos anuales.

              Las extrapolaciones indican que la producción de soja se incrementaría de un 13 % a un 41 %, la de maíz se reduciría entre 0 % y 18%; mientras que el trigo y el girasol podrían alcanzar desde incrementos del 10 % a reducciones del 16 %, en el caso del trigo, y del 4 %, en el caso del girasol. Es más, un modelo desarrollado por la NASA ubica a la Argentina como un país cuya producción agrícola total podría aumentar entre 2 y 5 por ciento.

             Pero la situación en las regiones más áridas, como la Patagonia y el centro oeste (Cuyo), dependerá de la disponibilidad futura de agua. Las evaluaciones del IPCC muestran que la mayoría de los glaciares andinos tenderán a desaparecer hacia el año 2100, mientras que los glaciares patagónicos se mantendrán hasta entrado el siglo XXII, por lo tanto la disponibilidad de agua en estas regiones dependerá de las lluvias y nevadas futuras. "En este sentido, cabe recordar que durante la sequía de 1960 la carencia de agua originó en Mendoza la pérdida del 35 % del PBI", ilustra el investigador. Y agrega: "Esta situación, sumada al aumento de la población, podría limitar gravemente la importante producción frutihortícola de Mendoza, afectar la producción de energía hidráulica y reducir la disponibilidad de agua potable.

            Con respecto al aumento del nivel medio del mar, podría ser de entre 15 y 88 cm. Las pérdidas en las costas argentinas alcanzarían valores del orden de 5000 millones de dólares (aproximadamente el 5% del PBI) y de unos 3400 km2 de tierras.

          Como conclusión, el científico advierte: "Es importante que las autoridades, las empresas privadas, las cooperativas agrarias, comprendan de una vez por todas que sin información propia y estudios realizados sobre la realidad ambiental argentina no habrá manera de encarar formas sustentables de desarrollo para la comunidad nacional".

 

Artículo publicado en La Nación, 24 Enero 2001, Buenos Aires.