sábado, 26 de noviembre de 2011

"El calentamiento global no podrá ser impedido por el hombre"


Científicos del Conicet y la Universidad Nacional del Sur sostienen que el cambio climático se ha producido cíclicamente durante miles de años y que su causa principal es la radiación solar.


            Una investigación realizada por científicos del Conicet y la Universidad Nacional del Sur sostiene que el cambio climático se ha producido cíclicamente durante miles de años y que su causa principal es la radiación solar. Según la hipótesis de los investigadores, el calentamiento global no podrá ser impedido por la acción humana y su punto máximo llegará en unos 600 años. Algunos rastros se obtuvieron en el estuario de Bahía Blanca. Buscarán otros en una expedición a Tierra del Fuego. 

            El cambio climático no es una situación anómala, sino que siempre ha ocurrido, según se desprende de los registros geológicos de, al menos, los últimos 10 mil años. No sería causado por la acción humana sino, principalmente, por la actividad solar. Así lo afirma una polémica hipótesis de un grupo de científicos.

            Las pruebas -que contradicen varios trabajos, pronósticos y hasta la postura más radical de agrupaciones ambientalistas- indican que en los últimos 10 mil años hubo oscilaciones del nivel medio del mar provocadas por la alternancia de congelamientos y deshielos a causa de cambios climáticos de escala global. Pero además indican que, debido a su naturaleza, esa variación es incontrolable.

            Los investigadores, que trabajan en los Institutos Argentino de Oceanografía (IADO) y de Geología del Sur (INGEOSUR) dependientes del Conicet y de la Universidad, y en el departamento de Geología, realizaron sus análisis con muestras de sedimentos barrosos del estuario de Bahía Blanca, de la Plataforma Continental Argentina y continuarán con una expedición a Tierra del Fuego.


            El doctor Eduardo Gómez, vicedirector del IADO, explicó al portal especializado InfoUniversidades que la hipótesis implica que la acción humana no podrá impedir el calentamiento global, que llegaría a su punto máximo en unos 600 años.

            “Pretendemos verificar una teoría que se opone a varios dogmas. Para nosotros está claro que, al menos durante los últimos 10 mil años, el sol rigió y rige las temperaturas globales de la Tierra; el cambio climático obedece a ciclos naturales y la evidencia está bajo el mar, en donde se pueden detectar las variaciones del nivel marino producidas por la fluctuación de la acción solar. Si disminuyó el nivel del mar, es que hizo frío, mientras que si éste ascendió es que se está ante un período cálido”, aclaró. 

            El especialista explicó que son las conclusiones de estudios de dos décadas y que se basaron en determinar la edad de los depósitos sedimentarios mediante la cantidad de Carbono 14 (14C) y de estudios paleoambientales con microfósiles. Tales estudios indicaron la existencia de varios niveles del mar por debajo de su posición actual, espaciados en el tiempo en forma regular. Por otro lado, mediante el análisis de las variaciones en el contenido de Carbono 14 en árboles fósiles (modulado por la actividad solar) durante los últimos 10 mil años, se determinó la existencia de un ciclo en la radiación solar coincidente con las variaciones del nivel del mar mencionadas.

            Agregó que los datos locales se corresponden con otros detectados en diferentes regiones del mundo, como Brasil, Sudáfrica y Australia, aunque admitió que el tema no es sencillo de observar porque, entre otras cosas, se debe estudiar con relevamientos submarinos. Para sus investigaciones en diversos sectores del estuario local tomaron muestras de sedimento barroso a profundidades de hasta 15 metros.

            Estas muestras corresponden a planicies intermareales, como las que se pueden ver durante la bajamar, e indican entonces períodos fríos (baja radiación solar) donde, por aumento de los hielos continentales, el nivel del mar era más bajo que el actual. 

            “Esos datos muestran que los cambios de temperaturas a nivel global siempre existieron, incluso en épocas históricas: hay claros registros de que hace aproximadamente unos mil años los vikingos colonizaron Groenlandia durante un momento de calentamiento, cuando los hielos tenían menos presencia sobre la superficie terrestre que en la actualidad. Lo opuesto ocurrió en la Pequeña Edad de Hielo, hace 500 años aproximadamente, donde se vivió un pico de enfriamiento por el cual los vikingos que habitaban Groenlandia se extinguieron y el Támesis -el río que cruza la ciudad de Londres- se congelaba”.

            “La acción del hombre en el planeta es importante pero en este caso no es determinante para modificar el clima a nivel planetario, porque no depende de la acción humana sino del sol. Por supuesto, cuanto menos contaminación haya es mejor para el planeta, pero no modificará la tendencia de lluvias, calor o aumento en el nivel del mar a escala global”, acotó. Según indican, las curvas de la tendencia en la radiación solar, en este momento el planeta está entre un pico frío y uno caliente, con la temperatura en ascenso. “En 600 años más, llegará el momento de mayor temperatura”, destacó.


sábado, 19 de noviembre de 2011

Cambio climático: la Costa Atlántica, en zona de riesgo


Sufre un proceso de erosión intenso. Afecta, sobre todo, a Mar del Plata, Villa Gesell y Mar del Tuyú.
Buena parte de las costas argentinas sufre un proceso de erosión. Contra esa fragilidad natural impactan los efectos del cambio climático, que ya se están registrando. A eso se suma la acción humana, es decir, el mal manejo costero en algunos lugares.

“Una combinación explosiva” , advierte el doctor Jorge Codignotto, investigador principal del Conicet y director del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA).
“Hace unos años, los meteorólogos descubrieron que el anticiclón semipermanente del Atlántico Sur se desplazó ligeramente hacia el sur. Las consecuencias para el Río de la Plata y costas bonaerenses son que hay un poco más de viento del este, un poco más intenso y un poco más frecuente”, da cuenta el doctor Walter Dragani, investigador independiente del Conicet y del Ministerio de Defensa en el Servicio de Hidrografía Naval. 

“Esto trajo un leve impacto en el oleaje en los últimos años, un incremento de unos pocos centímetros en la altura de las olas, más notorio mar adentro que en la costa; y también mayor cantidad de oleaje desde el este –continúa el oceanógrafo–. Creemos que esto tendrá un leve efecto erosivo sobre la costa”.

A este impacto local se agrega el calentamiento global, que a nivel planetario provoca un incremento en el nivel del mar estimado en 3,8 milímetros por año. Para el año 2100, los expertos del Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático (IPCC) calculan un aumento de 60 centímetros.
Codignotto apunta el efecto dominó que esto acarrearía: “incremento de la frecuencia y la intensidad de las tormentas en áreas costeras, cambios en las corrientes cercanas a la costa y en la energía de las olas”.

El aumento del nivel del mar implica un riesgo mayor cuando ocurre en costas bajas, como los 120 kilómetros de la bahía de Samborombón, que en promedio están a menos de 1 metro sobre el nivel del mar. Son por lo tanto inundables cuando hay sudestada o tormenta –como sucede en General Lavalle–, con la posibilidad de destrucción en zonas urbanizadas.
Por otra parte, de los aproximadamente 5.300 kilómetros de costa argentina, más de 4.000 sufren un proceso erosivo natural . En el sur de la Patagonia, por ejemplo, la costa ha retrocedido hasta 10 kilómetros en los últimos 7.500 años.
En ese contexto, Dragani subraya que muchos geólogos especializados en costas investigan “solamente los efectos antropogénicos, que son mucho más fuertes”. Y enumera “puntos locales que merecen una atención mayor: Mar del Tuyú, Las Toninas, Villa Gesell ; balnearios que se cayeron, casas que se derrumbaron. Se debe a loteos inadecuados en la década del ’50, cuando no había conciencia ni se conocía bien los mecanismos físicos que guiaban el transporte de arena”.
“En Mar del Tuyú se llegó a lotear casi en el mar, lo que genera fenómenos físicos que incrementan la erosión”, observa Codignotto.
El puerto de Mar del Plata , necesario por razones económicas y sociales, tiene su contracara: las dos escolleras, en especial la del sur, atajan la arena y “vacían” las playas del norte. “Esa es la arena que no llega a Santa Clara del Mar ni a Villa Gesell”, explica el científico.
Codignotto pone otro ejemplo: unos 30 kilómetros de la ruta 3, al norte de Caleta Olivia. La traza no sólo se hizo demasiado cerca de la costa, sino que además se extrajo gran cantidad de canto rodado, para utilizarlo en la construcción. Eso facilitó la erosión, y el pavimento se vino abajo, por lo que hubo que volver a hacer la ruta.
“Se tira dinero al mar.

Se necesitan más estudios para no perder dinero –reclama Codignotto–. No se puede proteger las costas, ‘defender’ cientos de kilómetros; sí se puede no generar sectores de erosión. Pero hasta ahora no lo hicieron los especialistas, sino los rematadores y los intendentes, decidiendo sobre los fenómenos naturales”.
Frente a este diagnóstico, los expertos plantean soluciones. “Con una buena conciencia ambiental y un buen manejo costero, podemos estar mejor de lo que estamos, a pesar del cambio climático –augura Dragani–: una buena urbanización en los loteos nuevos; evitar las calles transversales, que funcionan como desagües pluviales; nada de cemento en las playas. Respetar el médano costero, porque es parte de la playa; si lo forestamos mucho, la arena pierde la capacidad de ir y venir. Y empezar a urbanizar desde el médano hacia adentro de la costa”.



sábado, 12 de noviembre de 2011

Cinco años para evitar que el calentamiento global se descontrole


La Agencia Internacional de la Energía fija 2017 como fecha límite para acotar el incremento térmico a niveles "no irreversibles"

El calentamiento global ya es imparable pero los próximos cinco años decidirán si puede amortiguarse o bien descontrolarse hasta niveles "irreversibles" con consecuencias potencialmente catastróficas. Es la advertencia de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), organismo dependiente de la OCDE encargado de supervisar las políticas energéticas de los países miembro, en el informe anual presentado esta mañana en Londres.

El documento fija que no habrá vuelta atrás a partir de 2017: si no se produce "un cambio de dirección absoluto" en el panorama energético mundial, el planeta ya emitirá ese año la cantidad de dióxido de carbono que debería haberse alcanzado en 2035 para contener el cambio climático. A partir de entonces y durante 18 años, cualquier emisión añadida de este gas sobrepasará los niveles de control hasta desbocar el cambio climático más allá de los niveles considerados seguros. "Hay tiempo para actuar, pero la puerta se está cerrando", alerta la AIE. De proseguir el ritmo de consumo actual, la temperatura media global aumentará entre los 3,5 y los seis grados centígrados, según las previsiones del organismo.

El objetivo hasta ahora de los acuerdos internacionales es acotar el calentamiento global a los dos grados centígrados, umbral a partir del cual se considera que el planeta padecerá un cambio climático irreversible con pérdidas graves de biodiversidad, problemas de adaptación para las distintas especies y riesgo de inundaciones en zonas densamente pobladas por el aumento del nivel de los océanos. El panel científico de la ONU admite, sin embargo, que un incremento de 1,5 centígrados ya implica riesgos de clima extremo con un aumento peligroso del nivel de la línea oceánica.
"Los países no pueden seguir basando su consumo en fuentes energéticas contaminantes porque resulta insostenible", subraya el informe. Este traza un escenario energético en 2035 en el que destaca el escaso impacto de las energías renovables para frenar la emisión de dióxido de carbono. En dos décadas, esta fuente energética que supone el 13% del consumo mundial pasará a ser el 18%, cifra insuficiente para mitigar el cambio climático. "Los países deben adoptar políticas más agresivas para impulsar estas energías no contaminantes", lamenta la AIE.
Las ayudas y subsidios para fomentar el uso de las renovables alcanzaron los 64.000 millones de dólares en 2010 por los 409.000 millones con que los Gobiernos fomentaron el uso de energías contaminantes como el carbón y el petróleo, según datos del organismo. El consumo de crudo, por su parte, pasará de los 87 millones de barriles diarios a los 99 millones en 2035 mientras el consumo de carbón aumentará hasta el 65% durante el mismo periodo. El gas será la fuente energética que sufrirá un aumento mayor y alcanzará niveles similares a los del carbón. 

China y EE UU, actualmente los países que más cantidad de gases contaminantes que propician el efecto invernadero, acumulan ya cerca del 40% de dióxido de carbono que se emite a la atmósfera. En 2035, China se consolidará como el país más contaminante del mundo y consumirá cerca del 70% más de energía que EE UU. El consumo por persona del país norteamericano, sin embargo, seguirá siendo el doble que el del país asiático.
Las advertencias de la AIE se producen en un contexto récord de contaminación: las emisiones de CO2 alcanzaron las 30.600 toneladas métricas el año pasado (Tm); un máximo mundial que supone el 5% más que el anterior récord, registrado en 2008 (29.300 Tm). Ambos niveles se acercan al límite de las 32.000 Tm que las emisiones no deben sobrepasar desde 2020 para acotar el calentamiento global en unos dos grados, según la AIE. En 2009 las emisiones se redujeron por la crisis económica. Algunos expertos confiaban en que esa mejoría podría consolidarse pero la mayor emisión de gases por parte de los países en desarrollo, especialmente en el Asia meridional, frustraron esta posibilidad.




sábado, 5 de noviembre de 2011

El calentamiento global favorece las catástrofes naturales


PARÍS — Los desastres climáticos, como la sequía, las inundaciones, los ciclones y los incendios, son más frecuentes e intensos bajo el efecto del calentamiento global provocado por la actividad humana, una tendencia que puede agravarse, advierte un informe de la ONU sobre el clima.

En cualquier caso, el impacto del calentamiento climático en estos fenómenos depende de su naturaleza y de las diferentes regiones, ya que es muy desigual.

Además, el nivel de confianza de las previsiones de los especialistas varía según la cantidad y la calidad de los datos disponibles.
Pero cientos de científicos que redactaron este informe para el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su acrónimo en inglés), y del que la AFP obtuvo una copia, son formales: los fenómenos climáticos extremos serán más marcados y frecuentes durante las próximas décadas, lo que aumenta el peligro para los habitantes del planeta.
"Es el mayor esfuerzo jamás realizado para evaluar la forma en la que los extremos están cambiando", asegura Neville Nicholls, profesor de la universidad Monash de Melbourne y coordinador de uno de los capítulos de este informe, que aún puede ser revisado por la ONU durante una reunión en Kampala, antes de su publicación, programada el 18 de noviembre.

Una publicación que coincide con una serie de catástrofes naturales devastadoras que suscitan numerosos interrogantes y mucha inquietud. En 2010, las temperaturas récord favorecieron los incendios que asolaron los bosques de Siberia, mientras Pakistán e India sufrían inundaciones sin precedentes.
Este año Estados Unidos registró a su vez un número récord de desastres, desde las crecidas del Misisipi y del Misuri hasta el huracán Irene, pasando por una sequía terrible que afecta actualmente a Texas. Regiones enteras de China sufrieron intensas sequías mientras lluvias torrenciales barrían América Central y Tailandia.

La cuestión es saber si se trata de desarreglos meteorológicos o más bien de consecuencias profundas del calentamiento global.
La mayoría de estos fenómenos están ligados estrechamente a las consecuencias del calentamiento climático inducido por la actividad humana: subida de la temperatura, mayor volumen de agua en la atmósfera y de la temperatura en la superficie oceánica. Todos estos factores propician los fenómenos meteorológicos extremos.
Según el informe, basado en cientos de estudios publicados durante los últimos años, es "prácticamente seguro" (entre un 99% o 100%) que la frecuencia y la magnitud del récord de calor diario aumente a escala planetaria durante el siglo XXI. También es "muy probable" (90% a 100%) que la duración, la frecuencia y/o la intensidad de las olas de calor sigan en aumento en la mayoría de las regiones. Los picos de temperatura aumentarán "probablemente" (66% a 100% de certeza) con relación al final del siglo XX, hasta 3°C antes de 2050 y hasta 5°C antes de 2100.

Numerosas zonas, particularmente los trópicos y las altas latitudes, experimentarán probablemente lluvias y nevadas más intensas. Paralelamente, las sequías empeorarán en otros lugares del planeta, sobre todo en el Mediterráneo, en Europa Central, en América del Norte, en el noreste de Brasil y en África Austral.
La subida del nivel del mar y de su temperatura también incrementará la capacidad destructiva de los ciclones y el deshielo de los glaciares y del permafrost, junto con precipitaciones más abundantes, corre el riesgo de aumentar los desprendimientos de terreno, explica el IPCC.